RELOJES ENTRE EL SILENCIO

En noches de insomnio como la de hoy, resuena en mi memoria el tic tac del reloj que acompañaba los latidos de su corazón y su respiración tranquila en aquel salón en penumbra.

Resuenan en mi memoria sus frases cariñosas hacia sus nietos, los que conoció, y los que la tienen hoy como un referente gracias a lo que nos oyen contar a nosotros, sus hijos, su hermano, su hermana, sus nueras, quienes la conocieron…

Aún conservo aquel libro que consiguió leer y que reposaba sobre la mesita del salón en el que ella solía descansar en aquellas madrugadas. (Una biografía de su admirada Lola Flores). También se encuentra entre mis libros su agenda. Aquella en la que le iban anotando los números de familiares y amigos a los que llamaba de cuando en cuando. Con los que llenaba los huecos que dejan la lejanía y los gratos recuerdos.

Lamentablemente, el tic tac de aquel reloj no conseguía sofocar en la recta final sus llamadas desesperadas a su padre, su madre, sus hermanos en mitad de las eternas madrugadas. No obstante, gracias a unos profesionales maravillosos y al calor de mi familia, -nunca podré olvidar a mi hermano aferrado a su mano- su despedida fue tranquila.

Aquel final un tanto abrupto a veces, se torna cada día en alegre mientras su estirpe se prolonga en el tiempo al son que marcan los relojes…

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