Aquí estamos. De vuelta a los orígenes.

Recientemente he tenido la gran suerte de trabajar muy cerca del Parque Nacional de Doñana. Allí, vientos de Poniente y Levante, el Océano Atlántico, el Río Guadalquivir, y una gran combinación de estos factores han dado como resultado un riquísimo y complejo conjunto de ecosistemas.

Por mi parte, hasta donde la memoria y los documentos alcanzan, corren por mis venas sangres andaluza, gallega y castellano-leonesa. Quiso el destino en su día que un joven nacido en Soria fuese a enamorarse de una chica de Jerez de la Frontera, chica con esencias de Andalucía y Galicia. Todo ello, mezclado y unido a mis andanzas por Madrid e Inglaterra, produjeron, sumados a otros factores, la persona que teclea en este ordenador mientras suena El bello Danubio azul.
Visito en estos días tierras que vieron a mi padre nacer. Tierras Altas donde el buitre leonado se alimenta de ganado que quizá descienda de ovejas que en su día pastoreó mi progenitor. Siempre que nuestro vehículo roza la ciudad de Medinaceli viene a mi memoria el nacimiento del Jalón. Lo recuerdo con una mezcla de nostalgia y tristeza. Nostalgia porque la imagen de mi padre y mis hermanos siendo niños viene a mi mente año tras año al pasar por allí. Y tristeza porque una de las últimas visitas que hice a esta fuente de vida me reafirmó en la penosa imagen que tengo del ser humano. Basura y desperdicios por todas partes allí donde un símbolo de pureza debería tomar forma.

Y unos días más tarde de escribir las líneas con las que comienza este breve escrito, vuelta a Jerez de la Frontera. Calle Zaragoza, Barriada de Icovesa, Plaza del Caballo, Instituto Padre Luis Coloma. Amistad eterna y amor hasta que nos llevasen con los pies por delante… Así brindábamos y así lo dejé escrito cuando el maldito destino nos arrebató a Rosa. Espacios donde vivimos momentos inolvidables que nos fueron modelando como las personas que hoy somos. Como partes de un «ecosistema» social en el que por cierto, al igual que en Doñana, no faltan depredadores.

El ciclo de la vida se renueva cada año como en esta primavera en la que cual salmón, he remontado kilómetros a través de la piel de toro, acompañado por los pequeños, para venir a descansar a este Sur que me vio nacer.

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Por José Manuel Lasanta Besada

Licenciado en Ciencias de la Información, Periodismo, que se creyó Don Quijote, chocó con los molinos a las primeras de cambio, se levantó, y aquí sigue.

2 comentarios en «LA FUENTE DE LA VIDA»
  1. Gran artículo, me ha encantado. Amor por nuestro entorno y respeto por las personas que lo dieron todo por su familia

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