Posteado en Mi prisma Por José Manuel Lasanta Besada el día 22 mayo 2016
Cada vez que giro una llave en concreto, la de una de las rejas que da acceso a la casa de mi familia, no puedo evitar acordarme de mi madre. La casa fue allanada. Robaron. Sobre todo a mi madre. Objetos que ella quería no solo porque fueran suyos, sino porque habían en gran parte pertenecido a su madre. Si hubiesen sido solo los objetos… a tomar por culo y ni aún así. Robaron, pisotearon, maltrataron la intimidad de mi madre. Y eso no se hace. Es crimen de lesa majestad.

Quienes me conocen, saben que me importan un carajo los bienes materiales. Pero NADIE, NADIE, NADIE, tiene derecho a invadir nuestra intimidad, forzarla, pisotearla…
Con nuestras fronteras, sucede otro tanto de lo mismo. Señores, si vienen ustedes a nuestra casa no la allanen, no la fuercen. Si podemos les ayudaremos, pero no violen nuestros derechos. Pidan las cosas por favor, siéntanse como en casa, siempre y cuando tengan en cuenta que de momento es la nuestra. En caso contrario, que su único dios, o sus múltiples divinidades les cojan confesados.
Un saludo.