EL EXTRAÑO CASO DEL DOCTOR WAITS Y MISS MONTELONGO

Querida Leonor, querido Alejandro y querido Óscar,

Dábale arroz a la zorra el abad. Me gustan las palabras, en especial los palíndromos. Éste que acabo de escribir es hermoso y enigmático, casi tanto como el nombre de vuestro grupo, Marlango.

Os sigo desde que en vuestro fuero interno decidierais crearlo hace muchos años. Conozco la historia de cómo surgió el nombre, con esa introducción del I wish I was in New Orleans de Tom Waits y el espíritu de Suzie que flotaba en un ambiente rodeado de sueters de angora por todas partes. Pero si nos detenemos un instante vemos algo muy claro, lo forman tres sílabas. LAN es un Local Area Network o red de comunicación entre ordenadores que se encuentran cerca unos de otros. Pues eso es precisamente lo que hace LAN, unir al MAR gaditano con mayúsculas (ese lugar de honduras insondables, tan puro en su gama de colores, en el sonido de las mareas y en su característico olor a sal) con el GO inglés de tu madre, Leonor, que no significa más que avanzar, ir hacia adelante descubriendo horizontes nuevos, retos por hacer. Ya tenemos el puzzle ensamblado: MAR-LAN-GO.

Hace ya mucho, estudiando agraria a caballo entre Jerez y Lebrija, me enteré por Radio3 que esa actriz de la que me había enamorado desde el minuto uno pretendía formar un grupo musical. Su candidez se mezclaba con una mirada profunda llena de melancolía, que a su vez albergaba en su interior una gran vis cómica, junto con una conjunción de neurosis y sensualidad sin precedentes. Todo eso logrado en apenas un puñado de películas. Así que agucé el oído y me dispuse a disfrutar. Ambos tres ¡qué demonios! me dejasteis patitieso con vuestro primer álbum, en inglés, con un estilo inconfundible muy personal. Me propuse veros costara lo que costara…y tuve suerte. Eso sí, tuvieron que pasar cuatro largos años para que pudiera hacer mi sueño realidad.

La espera mereció la pena. Fue en agosto de 2006 cuando aparecisteis por Cádiz. Una amiga íntima mía llamada Cecilia y un servidor éramos incondicionales absolutos de vuestra música y vuestra propuesta. No lo dudamos ni un segundo, sacamos las entradas. Nos conocíamos hacía años como estudiantes de Historia en Filosofía y Letras, habíamos vivido muchas experiencias y por supuesto uno de nuestros templos sagrados, además de la Caleta, era el Parque Genovés. Allí moraba un teatro al aire libre que nunca había pisado y que de momento no volveré a hacer, porque en estos tiempos se encuentra en estado ruinoso. Muy penoso, la verdad. El caso es que esa tarde quedamos en el parque, cenamos unos bocatas y entramos en el Teatro José María Pemán. Fue el 19 de ese veraniego mes y daba la casualidad que coincidía con la final del Trofeo Carranza y las barbacoas playeras, pero a las más de seiscientas almas que allí nos congregamos eso nos la traía al pairo. La sonrisa que inunda mi cara al rememorar esa noche habla por sí sola. Cecilia y yo salimos levitando de un directo brutal, donde se mezclaron muchos estilos y cantidad de ritmos. Recuerdo que al final os pusisteis máscaras de carnaval mexicanas, como un guiño gracioso a la ciudad, aunque parecíais más luchadores enmascarados de la lucha libre como El Santo ó Súper Muñeco.

Dando un salto corto en el tiempo nos venimos a mi tierra, Jerez de la Frontera. Todos los veranos se celebran las Noches de Bohemia en el patio de San Fernando del Alcázar y el cartel de ese 2008 era de categoría. Unos días antes había visto a Mariza cantar fados con maestría y de nuevo en agosto estabais a tiro de entrada. Otra amiga de corazón y vida que es Ana Navarro me acompañó esa noche del 21 en un entorno precioso plagado de encanto. Lleno hasta la bandera. Os encontrabais inmersos en la gira de The electrical morning, vuestro tercer álbum. De nuevo en inglés y de nuevo grandioso. Durante el concierto pensé de repente: «éste no va a ser el último verano que los vea, estoy convencido. Hay feeling, hay sensaciones fuertes, hay mucha emoción que recorre mi piel y grandes dosis de adrenalina que me han metido en vena estos frikis de la música». Y eso es lo que pasó. Veranos, otoños y primaveras sine die. Vuestra actuación fue magistral. Leonor, estabas embarazada de unos meses (no se te notaba demasiado), pero tuviste un ritmo y una pausa en tu actuación que seguro le fue bien a tu futuro bebé. Dicen que la música es terapia para ellos y tú esa noche lo hiciste de miedo. El público vibró pero yo sentí algo diferente a la primera vez. Interioricé esos temas hasta mi lado más sensible y poético, aunque lo que me pedía el cuerpo era culebrear. Como buen hermafrodita emocional, hice las dos cosas en medio de esos juegos de luces que te envolvían como si todos los allí presentes nos encontráramos inmersos en un sueño muy punkie.

Apareció la mujer de mi vida en el primer instante del resto de mi existencia. Fue el día exacto que se casaron mis padres, un primero de octubre, pero 48 años después, concretamente en 2014. Ella tiene por nombre Nuria y nos conocimos en clase de tango. Tardé un tiempo en declararme, suelo ser lento en mis decisiones de vida, pero me aceptó. A decir verdad, ella dio el primer paso, seamos honestos. De momento seguimos juntos, con nuestros altos y bajos, mas con un denominador común: mirar siempre hacia adelante a pesar de todo, teniendo claro que nos queremos muchísimo.

A Nuria también le gustabais pero nunca había ido a veros. Surgió la oportunidad en Málaga capital. Estuvimos en marzo de 2019 un finde completo, fue maravilloso. Tenía pendiente conocer esa ciudad llena de luz, tan cercana y parecida a Cádiz como peculiar en sus gentes de mar; gracias a vosotros, dos meses después, volvimos sobre nuestras ruedas, teletransportándonos al mundo de Technicolor, en el mismo corazón cultural de Boqueron city, el Teatro Cervantes. Óscar, ya no estabas en el grupo desde hacía unos años, te echamos de menos. Mas surgían otras cosas. El tono musical había cambiado en los dos últimos lustros. Aparte de lo evidente, sustituir el idioma inglés por el castellano, una cierta regeneración positivista salía de cada poro de vuestra piel, tanto en la palabra como en el uso de instrumentos. Un ejemplo es que a pesar de utilizar el violonchelo desprendíais buen rollo. Era un contraste chocante y sin embargo efectivo. El cumpleaños de Nuria es el 16 de mayo y le regalé la entrada para el concierto del día siguiente. Con ese tono azul del interior del teatro que transmitía tranquilidad y desmentía la austeridad de la fachada cervantina, Nuria quedó subyugada por vuestro directo, por vuestra complicidad, por vuestro talento. En pocas ocasiones la he visto tan emocionada y eso me hacía feliz como una perdiz (sin escabechar, please). Alejandro, después saliste al vestíbulo y ese fue nuestro primer contacto personal al firmarnos el álbum que habíamos comprado justo antes. Cercano y amable, como nos imaginábamos.

La siguiente estación fue extraña, más dolorosa que gloriosa, tal cual los tiempos que se estaban viviendo. Ni están cambiando ni han cambiado, pensaba yo por aquel entonces. Sólo han dado un vuelco que nos ha dejado trastocados. Corría 2020 y en plena segunda ola del Covid nos abrieron un poquito las ventanas y una brisa fresca entró para airear el enrarecido ambiente. Pero lo justo, no más. Esta vez fue Nuria la que me regaló el concierto en el Real Teatro de las Cortes de San Fernando, la milenaria isla de León como me gusta decir. Coincidía con mi cumpleaños, el 16 de octubre, toda una casualidad. Otra más. Otro teatro que nunca habíamos pisado, otro lugar lleno de historia por conquistar. En estos dos años y medio nunca hemos dejado de asistir a conciertos y teatros, de ir al cine, de visitar exposiciones o de viajar por nuestra querida España. Ese día nos sorprendió un detalle en concreto. En todo este periplo ha sido hasta el momento el único lugar donde de verdad se respetaban las distancias de seguridad. Muy separados unos de otros, casi «en petit comité», una pena la ausencia de coctelería en el ambigú. Eso compuso un entorno peculiar a la noche. Aire acondicionado alto + poca gente = posibilidad de problemas gargantuales y faringitis estreptocócica en la cantante, o sea en tí, Leonor. Lo comentaste al principio y lo bajaron. Tus cuerdas vocales y nuestros finos oídos lo agradecieron.

Nuria y yo tuvimos sensaciones contrapuestas esa noche. Aunque el concierto era muy íntimo, como si estuviésemos en el salón de casa, notamos cierta tristeza, cierta pesadumbre por la maldición casi bíblica que nos estaba cayendo encima. Tampoco es que nosotros estuviésemos mejor, está claro. Fue un poco como compartir ese dolor del mundo a través del lenguaje universal de la música. Emocionante por vuestro compromiso y vuestras palabras. Al finalizar nos quedamos esperando a que salierais y lo hicisteis de manera diligente. Nos sorprendió que vistieras, Leonor, la misma ropa del concierto, con el suplemento de una especie de capa. A pesar de las circunstancias os parasteis a saludar a una familia chiclanera y a nosotros dos. Con mascarillas, con humildad y con la prisa que llevabais por tomaros algo de cena rezumasteis gratitud.

Y llegó 2021. Siempre solemos organizar nuestro viaje veraniego a comienzos de año. En esta ocasión no lo teníamos nada claro. La pandemia continuaba y desde luego no queríamos salir de España. Empezó en La2 la segunda temporada de Un país para escucharlo, presentado por Ariel Roth. El año anterior nos había gustado mucho y le teníamos ganas. En uno de los episodios apareció de madrina Carmen París, visitando ambos las provincias de Huesca y Teruel. Yo ya las conocía a una mejor que a la otra pero Nuria ni por asomo se había acercado por allí. Nos quedamos con la copla. Empecé a investigar (como siempre) qué se celebraba en ambos lugares y me tope con un festival de música, el SONNA, que celebraría ese verano la segunda edición en toda la provincia oscense. Acabadito de nacer y dando sus primeros pasos el chavalín tenía muy buena pinta. Los ojos se me salieron de las órbitas ¡Estabais en el programa! Hablando con Nuria quedó claro que andábamos en la misma onda. Así organizamos el viaje en torno al 18 de agosto, día en que actuabais. Primero unos días en Teruel y los siguientes en Huesca. Llegó el verano, comenzó el viaje y pasamos días maravillosos en torno a la plaza del Torico y al mudéjar turolense. Naturaleza, historia y gastronomía nos acompañaron tanto en una provincia como en otra. El día D amaneció, estábamos ilusionados porque llegara el momento. Pasamos un día estupendo y a media tarde nos pusimos guapos en el Hotel Posada de la Luna y nos acercamos a Sabayés, apenas a veinte minutos de la capital. Un lugar hermoso ese Espacio Salto de Roldán. En plena naturaleza, al aire libre y con un paisaje digno de vosotros. Mereció la pena la espera. A pesar de que hemos escuchado mucho vuestras canciones nunca nos dejáis de sorprender. Vuestros comentarios y complicidades entre canciones son muy divertidas. Es posible que fuera el concierto más relajado en el que os hemos acompañado. Siempre recordaré cómo el sol se acercaba al horizonte, cómo cambiaba la luz pasando de rojiza a anaranjada, de anaranjada a amarillenta, con ese legendario skyline del Salto de Roldán creando magia alrededor.

El resto ya lo conocéis. Queríamos saludaros pero la organización nos dijo que no podía ser. Nos dirigíamos hacia el coche con un sabor algo agridulce cuando nos avisaron corriendo que teníais un minuto para saludarnos. No nos lo creíamos. Entre bocado y bocado de vuestro piscolabis estuvisteis de lo más cercano con nosotros un ratito que siempre recordaremos con cariño. Nos daba entre corte y yo qué sé qué pero enseguida nos dimos cuenta que sois seres humanos de buen corazón, personas sencillas deseando normalidad. Gracias Leonor, gracias Alejandro por el sueño que nos otorgasteis esa noche de verano.

No sé si habéis llegado leyendo hasta aquí o el aburrimiento ha podido más. Acabo como empiezo, jugando con las palabras. Hemos llegado a media tarde a nuestra querida Vejer de la Frontera, patria de mi abuelo materno, hemos cenado temprano en Marengo para enseguida acercarnos a Marlango. Esto está a punto de empezar, la guinda a un pastel apetecible que espero tardemos mucho en degustar juntos. ¡Nuria, calla, que empieza! ¡Allá vamos!

Un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo,

P

Legendario Salto de Roldán

P.d. Si habéis leído esto, sois la resistencia…

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